Salón Eastwood y el orangután
Ayer estuve cerca de la desembocadura del Guadalquivir. Por la tarde, con unos amigos, conducíamos sin un propósito bien definido dejando pasar las horas antes de ir al aeropuerto de Jerez. A la hora de la siesta, cruzando un pueblo, el aire abrasador de Julio parecía que exigiera un lento café con hielo. Y paramos en un bar fresco y espacioso, que me recordó los grandes cafés de pueblo de hace casi medio siglo.
Si ustedes también llegan a ese lugar, entrando a la derecha verán un salón decorado con fotos y pinturas de Clint Eastwood. Allí está Clint con un armadillo en las manos, Clint cabalgando por un paisaje nevado, Clint con unas admiradoras en minifalda. Pero sobretodo, allí está una foto de Clint conduciendo su Harley Davidson, mientras un orangután le abraza desde la espalda. Es una foto extraordinaria, pero no por la expresión de Clint, si no por la del mono, que sonríe con los ojos cerrados, beatíficamente, enamorado y totalmente abandonado a la paz, la seguridad y el amor que emanan infinitamente de Clint.
Cuando yo estaba en segundo de BUP, en las Escuelas Pías, para ser alguien era imprescindible diponer de un ciclomotor Derbi Variant. Naturalmente, yo no tenía y veía pasar las chicas agarradas a sus novios para no caerse de las ruidosas Variants. Entonces las motos se conducían sin casco pero nunca jamás vi en ninguna de ellas una expresión ni remotamente comparable a la del orangután de Clint. Ni entonces ni más adelante, cuando dejaron las Variants y empezaron a subirse a los Golfs. Ni ahora ultimamente cuando ya son sus hijas las que repiten el ritual, ahora con casco y conduciendo ellas. Nunca, repito, nunca, he visto una expresión como la del orangutan de Clint.
Me pregunto que habrá sido de él (o ella?). No es fácil vivir entre humanos y es perfectamente posible que haya sido un desgraciado. En cualquier caso siempre quedará en su mente el recuerdo de ese instante en el que se sintió perfectamente feliz.
Y Clint, como siempre, permenece impasible.
Si ustedes también llegan a ese lugar, entrando a la derecha verán un salón decorado con fotos y pinturas de Clint Eastwood. Allí está Clint con un armadillo en las manos, Clint cabalgando por un paisaje nevado, Clint con unas admiradoras en minifalda. Pero sobretodo, allí está una foto de Clint conduciendo su Harley Davidson, mientras un orangután le abraza desde la espalda. Es una foto extraordinaria, pero no por la expresión de Clint, si no por la del mono, que sonríe con los ojos cerrados, beatíficamente, enamorado y totalmente abandonado a la paz, la seguridad y el amor que emanan infinitamente de Clint.
Cuando yo estaba en segundo de BUP, en las Escuelas Pías, para ser alguien era imprescindible diponer de un ciclomotor Derbi Variant. Naturalmente, yo no tenía y veía pasar las chicas agarradas a sus novios para no caerse de las ruidosas Variants. Entonces las motos se conducían sin casco pero nunca jamás vi en ninguna de ellas una expresión ni remotamente comparable a la del orangután de Clint. Ni entonces ni más adelante, cuando dejaron las Variants y empezaron a subirse a los Golfs. Ni ahora ultimamente cuando ya son sus hijas las que repiten el ritual, ahora con casco y conduciendo ellas. Nunca, repito, nunca, he visto una expresión como la del orangutan de Clint.
Me pregunto que habrá sido de él (o ella?). No es fácil vivir entre humanos y es perfectamente posible que haya sido un desgraciado. En cualquier caso siempre quedará en su mente el recuerdo de ese instante en el que se sintió perfectamente feliz.
Y Clint, como siempre, permenece impasible.
Comentarios
Una buena entrada!
La foto bonísima!
El texto muy bueno!
Pudiera ser que ese contacto con humanos lo haya llevado
por las vías del alcoholismo, cómo ocurrió con los nativos de
los USA confinados en reservas...y no, justamente, de buen
Brandy Osborne Gran Reserva. )´Güisqui de ese tan malo
del que tanto se jactan por Kentucky y sus sistemas de cuevas.
No tan grandes como la de Platón, pero casi...