Aristóbulos Ursiclos vs. Olivier Sinclair
Por pura casualidad, en algún verano a finales de los 70 cayó en mis manos un comic de la serie "Joyas Literarias Juveniles" mientras estábamos de vacaciones en casa de unos primos. No se si recuerdan esta colección, que se ha reeditado varias veces. En cada número se resumía una novela famosa, en principio adecuada para un público juvenil. Muchas de ellas eran de Julio Verne. Yo ya había leído algunas de ellas, y su mundo me parecía fascinante, con enigmáticas máquinas voladoras y genios solitarios que le declaraban la guerra a todo.
Aquel libro era diferente. Yo no lo hubiera comprado. Recuerdo, como si fuera ahora mismo, a mi padre esperando pacientemente en el quiosco mientras yo decidía que tebeo quería, después de haber ojeado varios. Allí no salían máquinas de ninguna clase, excepto algún barco, de modo que no me hubiera interesado. Pero era tal el tedio de las tardes en el apartamento que finalmente leí "El Rayo Verde". El aburrimiento es una de las grandes cosas que se hoy en día se han perdido los niños.
Tengo un recuerdo confuso del comic. Para escribir las cosas, hay que haberlas olvidado en parte, dijo Jordi Esteva, y también dijo que viajar es perseguir los sueños de la infancia. Yo recuerdo aventuras, peligros y dificultades .. no para volar ni para viajar a la Luna, si no para ver un simple, pero extraño y maravilloso Rayo Verde, que años más tarde yo mismo perseguí.
En la novela se contraponen dos personajes. Aristóbulos Ursiclos es un "científico", absolutamente pedante e insoportable. Tanto, que secretamente yo tengo una cierta simpatía por él. A la más mínima, suelta tremendos rollos sobre la presión barométrica o temas similares. Pero por otra parte, el propio Verne hace lo mismo en muchas de sus novelas, con párrafos y más párrafos dedicados a describir aparatos, o peces, o plantas. Ursiclos, yo pienso, tal vez sea una parodia del propio Verne, quien raramente escribió acerca de los sentimientos humanos. El otro personaje es Olivier Sinclair, artista, que también busca el rayo verde, junto con la protagonista que debe elegir entre los dos. No se lo ponen muy difícil, ciertamente. ¿Era necesario hacer que Aristóbulos fuera tan sumamente torpe y ridículo?
Terminé el libro con la duda de si realmente existía este rayo. Existe, sin duda. Dura menos de un segundo y es en efecto "de un color que no hay pintor que pueda reproducirlo en su paleta". Pero no es en absoluto como lo pintó el ilustrador de las "Joyas Literarias Juveniles" en la última viñeta. Y merece la pena buscarlo, e incluso tratar de fotografiarlo. Habrá que ir a un lugar junto al mar, donde el horizonte quede al oeste, y esperar pacientemente hasta que llegue un día lo suficientemente despejado. Y lo verán.
Yo recuerdo haber corrido como un loco para ver el último rayo de sol, muchas veces. Y al llegar allí, encontrar a personas notables que observan la puesta de sol como si atendieran una ceremonia religiosa, con verdadera fe. Una vez, hablando con una desconocida que estaba mirando la puesta de sol, pero que no conocía el Rayo Verde, me sorprendí a mi mismo dándole el teléfono para que viera mis fotos del Rayo mientras yo me alejaba para guardar la cámara en el coche... sin recordar que junto al teléfono también llevo todos los documentos, dinero, la tarjeta de crédito... cosas que ella hubiera podido perfectamente quedarse. Los observadores de puestas de sol son algo así como una subespecie dentro del género humano, y por lo general, nada malo hay que temer de ellos.
Además, hay otro rayo verde, que Verne probablemente no conocía, mucho más difícil de observar y sobretodo de fotografiar que el del atardecer: el rayo verde del amanecer. Pero esa es otra historia.
Aquel libro era diferente. Yo no lo hubiera comprado. Recuerdo, como si fuera ahora mismo, a mi padre esperando pacientemente en el quiosco mientras yo decidía que tebeo quería, después de haber ojeado varios. Allí no salían máquinas de ninguna clase, excepto algún barco, de modo que no me hubiera interesado. Pero era tal el tedio de las tardes en el apartamento que finalmente leí "El Rayo Verde". El aburrimiento es una de las grandes cosas que se hoy en día se han perdido los niños.
Tengo un recuerdo confuso del comic. Para escribir las cosas, hay que haberlas olvidado en parte, dijo Jordi Esteva, y también dijo que viajar es perseguir los sueños de la infancia. Yo recuerdo aventuras, peligros y dificultades .. no para volar ni para viajar a la Luna, si no para ver un simple, pero extraño y maravilloso Rayo Verde, que años más tarde yo mismo perseguí.
En la novela se contraponen dos personajes. Aristóbulos Ursiclos es un "científico", absolutamente pedante e insoportable. Tanto, que secretamente yo tengo una cierta simpatía por él. A la más mínima, suelta tremendos rollos sobre la presión barométrica o temas similares. Pero por otra parte, el propio Verne hace lo mismo en muchas de sus novelas, con párrafos y más párrafos dedicados a describir aparatos, o peces, o plantas. Ursiclos, yo pienso, tal vez sea una parodia del propio Verne, quien raramente escribió acerca de los sentimientos humanos. El otro personaje es Olivier Sinclair, artista, que también busca el rayo verde, junto con la protagonista que debe elegir entre los dos. No se lo ponen muy difícil, ciertamente. ¿Era necesario hacer que Aristóbulos fuera tan sumamente torpe y ridículo?
Terminé el libro con la duda de si realmente existía este rayo. Existe, sin duda. Dura menos de un segundo y es en efecto "de un color que no hay pintor que pueda reproducirlo en su paleta". Pero no es en absoluto como lo pintó el ilustrador de las "Joyas Literarias Juveniles" en la última viñeta. Y merece la pena buscarlo, e incluso tratar de fotografiarlo. Habrá que ir a un lugar junto al mar, donde el horizonte quede al oeste, y esperar pacientemente hasta que llegue un día lo suficientemente despejado. Y lo verán.
Yo recuerdo haber corrido como un loco para ver el último rayo de sol, muchas veces. Y al llegar allí, encontrar a personas notables que observan la puesta de sol como si atendieran una ceremonia religiosa, con verdadera fe. Una vez, hablando con una desconocida que estaba mirando la puesta de sol, pero que no conocía el Rayo Verde, me sorprendí a mi mismo dándole el teléfono para que viera mis fotos del Rayo mientras yo me alejaba para guardar la cámara en el coche... sin recordar que junto al teléfono también llevo todos los documentos, dinero, la tarjeta de crédito... cosas que ella hubiera podido perfectamente quedarse. Los observadores de puestas de sol son algo así como una subespecie dentro del género humano, y por lo general, nada malo hay que temer de ellos.
Además, hay otro rayo verde, que Verne probablemente no conocía, mucho más difícil de observar y sobretodo de fotografiar que el del atardecer: el rayo verde del amanecer. Pero esa es otra historia.
Comentarios
Prefería leerme a Julio Verne a palo seco o en las Selecciones de Bruguera que tenían parte corta y parte larga.
PD: Podrá reconocerlos porque vitorean y aplauden cuando el sol parece haberse ocultado.
En fin. Hasta ahora no tengo la certeza de haber visto en persona al famoso rayo, pero sí tengo la certeza de que he visto un montón de puestas de sol preciosas. Y las que me quedan...
El formato de esta colección es innovador porque permite leer directamente la obra en inglés sin necesidad de usar el diccionario al integrarse un glosario en cada página.
Tenéis más info de este relato y de la colección Read&Listen en http://www.ponsidiomas.com/catalogo/toni-morrison---doris-lessing.html