El espectro de Borges y la cámara digital
El espectro de Borges Aquel viejo caserón ciertamente predispone a lo sobrenatural. A las cuatro de la madrugada me desperté con la boca seca y una jaqueca firmemente asentada en mi ojo derecho. ¿Era absolutamente necesario bajar las escaleras de piedra para alcanzar la cocina y tomarme un paracetamol? El glacial frío de una noche de noviembre junto al Pirineo estuvo a punto de hacerme desistir. Pero me puse la pesada chaqueta encima del pijama y bajé. Al cruzar el salón, sin ningún temor y apenas ninguna sorpresa, pude ver al espectro de Jorge Luís Borges calentándose junto al rescoldo del fuego. Muy pálido, pero sin llegar a ser translúcido, y tan solo levemente amarillento, allí estaba sentado en la butaca con su bastón. Exactamente como yo le había imaginado, pero en silencio. "Borges", le dije, "yo se que si usted no puede hablar es por que realmente no es Borges si no un producto de mi mente. Esto es, sin dudarlo, un sueño. Yo, por más que haya leído el Borges , d...