Comer tierra
Volvió a comer tierra. La primera vez lo hizo casi por curiosidad, segura de que el mal sabor sería el mejor remedio contra la tentación. Y en efecto no pudo soportar la tierra en la boca. Pero insistió, vencida por el ansia creciente, y poco a poco fue rescatando el apetito ancestral, el gusto de los minerales primarios, la satisfacción sin resquicios del alimento original. GGM, Cien años de soledad. La tierra siempre nos está esperando, lista para ser devorada en cualquier momento. Cuando lo demás nos haya fallado siempre podremos comernos de nuevo las uñas, fumar hasta la náusea, dejar frita la tarjeta de crédito comprando en las rebajas, hundirnos en el alcohol, pasar doce horas diarias delante de las tragaperras o revolcarnos entre pasteles Sacher de chocolate y mermelada de mora. Son variados los infiernos a los que uno puede descender, pero allí está siempre el placer infalible de la autodestrucción, mirándonos desde abajo, esperando a que caigamos de la puñetera cuerda floja y ...