La cueva inundada y las diapositivas
Suelo llevar una linterna en la bolsa de la cámara y fue una suerte por que ese día de agosto, contra todo pronóstico, pudimos encontrar la cueva al final de la excursión. Era una cueva de dimensiones modestas, pero misteriosa: tenía sus estalactitas, sus murciélagos colgados del techo y una prometedora laguna inundada. El agua era profunda, muy fría y llena de lo que me pareció que debían ser excrementos de los murciélagos. Por todo ello renuncié a la exploración, que hubiera tenido que ser nadando, y me contenté con hacer una foto. Que complicadas son estas fotos. Hace casi 20 años, un amigo era un auténtico especialista en el tema y nos dejaba maravillados delante de sus diapositivas de cuevas, cuevas de las de verdad, que requieren material especial, conocimientos técnicos y mucha preparación física y mental para explorarlas. Recuerdo con gran cariño aquellos pases de diapositivas entre amigos, la oscuridad de la sala, el clack-clack del proyector reflecta y las explicaciones que ...